Ahora que llenamos mujeres de serrín para masturbarnos en domingos solitarios, evoco al tacto de mi alma su perfil de muchacha inglesa.
Cuello: cisne y giro de luna.
Rostro: óvalo en dispersión de nubes.
Mentón que es abreviatura griega.
Sus labios tienen la ternura encarnizada de los enamorados que hacen puentes a mitad del abismo.
En su nariz asoma el ciervo adolorido de su infancia mientras su pelo sostiene oceánicas noches y tinta insomne de los sueños.
Bajo sus oídos hay caracoles que fraguan con ecos de mar y tiempo las historias.
Y si nos adentramos en su mirada podremos ver aletear las mariposas más nostálgicas del verano.
Usted es a quien recuerdo ahora entre maniquíes de plastilina y amaranto comestible.
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