Se adueñaron de mi reducida estancia un día que cerré los ojos, estiré la mano y tomé un libro al azar, luego lo abrí y leí: fue entonces cuando empezaron a surgir en vendavales que tenían la calidez de lo más profundo del verano.
Las primeras que vi brotaban con alas de velamen amplio, sin embargo sus cinturas eran tan etéreas que antes de alcanzar el techo caían sobre el piso formando cientos de collages fluorescentes.
Otras apenas libélulas, delicadísimas, pues el más suave rayo de sol filtrado por la ventana las disolvía al convertirlas en un polvo luminoso de color ultramarino.
Pero hubo las que emergieron arrogantes, firmes, seguras del espacio conquistado por su belleza.
Estas son las que me despiertan más allá de la medianoche, al sentir en mis oídos y en mi piel un fino aletear húmedo.
Abro los ojos y me doy cuenta que, inquietas, han salido a dar un paseo por la madrugada, empapando sus alas de rocío.
Desde aquel día hasta hoy he dedicado mi tiempo a conocerlas, he visto sus ligeras acciones y puedo decir que son tan vanidosas como una amapola entre la hierba.
Inestables, vuelan de un rincón a otro, maravillándose.
No sé que verán sus ojos pero debe ser algo tierno, pues sus cuerpecillos tiemblan, sus alas se dilatan, y su epidermis se cubre de un color parecido al rubor que Rubens les pinta a sus mujeres.
Después de convivir, sufrir, gozar con ellas, me he dado cuenta que a lo único que le temen es al vacío, por eso siempre surgen miles y miles, pues tratan de suplir con multicolor presencia lo efímero de sus vidas.
Me pregunto por que... no han acudido los dioses al llamado de su devoto, en especial cuando la oracion es firme y esta exenta de intenciones egoicas; cuando derramas la sangre por algun dios, este ha de enviar una señal, es algo que ni siquiera un Deva cuestionaria... he tenido que comer amargos silencios, cuando lo unico que deseo son las dulces palabras de una amistad (nuestra causal amistad) que es como una planta que vez crecer; no temo decir ni expresar el afecto que por ella siento, a la cual le escribo, simplemente el amor y la potencia de la amistad, la potencia de krishna mism@ nos exalta de tal forma a los seres, que muy solemnes renunciamos a todo, a nuestras imagenes, nos sacrificamos a nosotros mismos con el mayor gusto solo por lo que consideramos digno y real, vivimos y morimos por ello.
ResponderEliminarCuando Sita, con semejante nobleza derrama con dolor sus lagrimas, hasta el propio Ravana cae agonico y reducido. He caminado por las salas de este lugar (tu lugar) y he encontrado bellas imagenes que aun no me canso de admirar y respetar, pero necesito saber si aun soy bienvenido, de no ser asi por favor hazmelo saber y no volvere a molestar, sin resentimientos ni nada por el estilo, hasta entonces. saludos