domingo, 3 de mayo de 2015
BELLEZA -1
BELLEZA -1
"La naturaleza sirve a otra necesidad del hombre aun más noble: el amor a la belleza."
Los antiguos griegos llamaban al mundo kosmos, belleza. La constitución de todas las cosas, o el poder plástico del ojo humano son tales, que las formas primordiales como el cielo, la montaña, el árbol, el animal nos provocan deleite en y por sí mismas, un goce que surge de su perfil, color, movimiento y manera de agruparlas.
Esto parece deberse en parte al ojo mismo, que es el mejor de los artistas. Mediante la acción recíproca de su estructura y de las leyes de la luz, se produce la perspectiva, que integra cada masa de objetos –cualquiera que sea su carácter en un colorido y bien sombreado globo, de tal modo que allí donde los objetos individuales son vulgares y anodinos, el paisaje que ellos componen es acabado y simétrico.
Y así como el ojo es el mejor de los compositores, la luz es la primera entre los pintores.
No hay objeto tan execrable que no se vuelva hermoso bajo la luz intensa.
Y el estímulo que esta ofrece a los sentidos, y una suerte de infinitud que posee, como el espacio y el tiempo, hace que toda la materia se alboroce. Hasta un cadáver tiene su peculiar belleza.
Pero aparte de esta gracia general difundida por la naturaleza, casi todas y cada una de las formas son agradables a los ojos, como lo prueban nuestras interminables imitaciones de algunas de ellas: la bellota, la uva, la piña, la espiga de trigo, el huevo, las alas y el cuerpo de la mayoría de los pájaros, la garra de león, la serpiente, la mariposa, las conchas marinas, las llamas, las nubes, los capullos, las hojas y las formas de numerosos árboles, como la palmera.
Para un mejor examen, podemos distribuir en tres partes los aspectos de la belleza:
1. En primer lugar, la mera percepción de las formas naturales es un goce. Tanto necesita el hombre el influjo de las formas y acciones de la naturaleza que, en sus funciones inferiores, parece yacer dentro de los confines de los bienes materiales y de la belleza.
2. Al cuerpo y la mente viciados por una tarea o una compañía perniciosas, la naturaleza los cura y les devuelve su temple. El comerciante o el letrado que se aparta del estrépito y el tumulto de las calles y mira el cielo y los bosques, vuelve a ser un hombre. En su calina eterna, se reencuentra consigo mismo. El ojo parece exigir para su salud un horizonte. Nunca nos cansamos mientras podemos mirar bastante lejos.
Pero en otras horas, la naturaleza satisface con su solo encanto, sin mezcla alguna de beneficio corpóreo.
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margarita surnaite
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