sábado, 14 de marzo de 2015

 El artista va también de la palabra a lo vivido: la expresión constituye la única experiencia original de la que es capaz. La simetría, la disposición, la perfección de las operaciones formales representa su medio natural: allí reside y allí respira. Y como pretende agotar la capacidad de las palabras, tiende, más que a la expresión, a la expresividad. En el universo cerrado en que vive sólo escapa a la esterilidad mediante ese renovamiento continuo que supone un juego donde el matiz adquiere dimensiones dc ídolo y la química verbal logra dosificaciones inconcebibles para el arte ingenuo. Una actividad tan deliberada, si bien se sitúa en las antípodas de la experiencia, se aproxima por contrapartida, a los extremos del intelecto. Hace del artista que se entrega a ella un sofista de la literatura...

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margarita surnaite