domingo, 10 de noviembre de 2013
Sábado, 24 de noviembre de 1960. Alejandra Pizarnik
Todo sustituible. Todo reemplazable. Todo puede morir y desaparecer: detrás están los sustitutos, como en los parques de diversiones esos muñecos que caen a cada tiro de escopeta y son súbitamente sustituidos por otros y otros. Es decir, que no hay nada que obligue a vivir, ni nada que desobligue. Todo o casi todo es mentira por que cae o puede caer. Lo único que es fiel es esta sed por lo que vivir. Pero tampoco lo es absolutamente puesto que está entre otras sedes y hambres y se alterna con ellas, y puede desaparecer por varios años y reaparecer.
No creo en nada de lo que me enseñaron. No me importa nada. Sobre todo no me importan los convencionalismos y el demonio sabe hasta dónde y hasta que extremo infecto somos convencionales.
Convencionalismo poéticos y literarios.
Hasta ser joven es un convencionalismo. Y la rebelión y la anarquía pueriles. Y el mito del poeta. El mito de la cultura. Hasta el comunismo y el socialismo de mis amigos es un nauseabundo convencionalismo. Como si se pudieran cambiar las cosas hablando y negando. Yo estoy en contra. Ni religión ni política ni orden ni anarquía. Estoy en contra de lo que niega la verdadera vida. Y todo lo niega. Por eso quiero llorar y no me avergüenzo o si me avergüenzo y quiero esconderme y hasta tengo vergüenza de suicidarme.
Las luchas o contiendas poéticas en Bs As. me hacen reír, ahora que estoy lejos. Arte de vanguardia, sonetos dominicales. Todo es tan imbécil. Minúsculas, puntuación y rima. Como si alguno se hubiera despertado, una mañana, con ganas de bañarse en alcohol y prenderse fuego por que las palabras no dicen, y el lenguaje está podrido, está impotente y seco.
Mis jóvenes amigos vanguardistas son tan convencionales como los profesores de literatura. Y si aman a Rimbaud no es por lo que aulló Rimbaud: es por el deslumbramiento que les producen algunas palabras que jamás podrán comprender. Además, las contiendas literarias sólo las hacen los que están contentos y bien instalados en este mundo. Es una actividad suplementaria, un hobby nocturno, mientras se está en la cama reposando, tomando café o whisky.
Todo esto es tan idiota. Y yo, yo también hablé. Yo también abrí la boca y la llené de miasmas. Pero ahora sï. Ahora se que no me importa nada. Ahora sé que todo me importa y quiero reventar y quemarme y estallar. Por que esto no es la vida. Y esto no es la poesía. Y quiero cantar y no hay qué cantar, a quién cantar. Sólo hay mierda y a la mierda se la insulta. Pero yo quisiera cantar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

margarita surnaite
No hay comentarios:
Publicar un comentario