jueves, 7 de marzo de 2013

La meditación

La conciencia es el método; la maduración el resultado. Vuélvete cada vez más consciente y tendrás más madurez; por eso te enseño conciencia y no hablo de la madurez. Te ocurrirá si eres consciente. Hay tres etapas en la conciencia. Primero hazte consciente de tu cuerpo al caminar, cada movimiento, Sé observador, estate alerta, atento, consciente. No vayas haciendo cosas como si fueras un zombi, un sonámbulo, un autómata. Cuando te hayas vuelto consciente de tu cuerpo y sus actos, podrás profundizar más, hacia tu mente y sus actividades: pensamientos, imaginación, proyecciones. Cuando te vuelvas conciente de la mente, estas listo para una sorpresa mayor. Cuanto más consciente te vuelvas, menos pensamientos te encontraras en el camino. Cuando tienes un ciento por ciento de pensamientos, no hay conciencia. Cuando tienes un uno por ciento de conciencia, hay un noventa y nueve por ciento de pensamientos, va en proporción directa. Cuando tienes el noventa y nueve por ciento de conciencia, sólo tienes el uno por ciento de pensamientos, porque se trata de la misma energía. A medida que te vas haciendo más conciente, ya no queda energía para los pensamientos, se van muriendo. Cuando eres un ciento por ciento consciente, la mente se vuelve absolutamente silenciosa. Ése es el momento de profundizar más. El tercer paso: hacerse consciente de los sentimientos, los estados de ánimo, las emociones. En otras palabras, primero el cuerpo y sus actos; en segundo lugar, la mente y sus actividades, en tercer lugar, el corazón y sus funciones. Cuando vas al corazón y llevas ahí tú conciencia, volverás a encontrarte con una sorpresa. Todo lo bueno aumenta y lo malo empieza a desaparecer. El amor aumenta, el odio desaparece. La compasión aumenta, la rabia desaparece. El compartir aumenta, la avaricia desaparece. Cuando eres completamente consciente del corazón, llega la última sorpresa, la más grande: no tienes que dar ningún paso. Espontáneamente, hay un salto cuántico. Desde el corazón, de repente te encuentras en tu ser, en el mismo centro de tu ser. Ahí sólo eres consciente de ese darte cuenta, sólo eres consciente de la conciencia. Ya no tienes que tener conciencia de nada más, no queda nada de lo que ser consciente. Y ésta es la pureza absoluta. Esto es lo que yo llamo iluminación. ¡Es tu derecho de nacimiento! Si fracasas, tú eres el responsable. No puedes echarle la culpa a nadie más. Y es tan sencillo y natural que sólo tienes que empezar. El primer paso es difícil. El viaje es sencillo. Hay un dicho: el primer paso es casi como todo el camino… La meditación es tu propia exploración. Estás buscando saber qué es lo que te constituye, lo que en ti es falso y lo que es verdadero. Es un tremendo viaje de lo falso a lo auténtico, de lo mortal a lo inmortal, de la oscuridad a la luz. Pero cuando llegas al punto en que ves la separación de la mente y el cuerpo, y a ti mismo como un espectador, la experiencia de la muerte es lo mismo. No estás muriendo... un hombre que haya meditado se morirá alegremente pues sabe que la muerte no existe; la muerte reside en el apego a la vida. En meditación, no hay nada que vaya mal, nunca. Sin la meditación, todo va mal. Nada va bien sin meditar; la vida entera va mal. Vives sólo de la esperanza, pero la esperanza nunca se satisface. La vida es una larga tragedia. Y el motivo es tu inconsciencia, la ausencia de meditación. La meditación tiene la apariencia de la muerte, y la experiencia es exactamente la misma. Pero la actitud y el enfoque son distintos, y la diferencia es tan amplia que puede decirse que la meditación es vida y la muerte es sólo un sueño. Precisamente ésta es la función de una Escuela de Misterios, donde mucha gente está meditando, donde un Maestro está presente. Te sientes a salvo, no estás solo. Si algo va mal, tendrás ayuda inmediatamente. Pero no hay nada que vaya mal. Así pues, medita cuando te sientas conmigo, y medita en tu soledad. La meditación es la única cosa con garantía absoluta de que nada va a ir mal. Unicamente te revela tu propia existencia. ¿Cómo puede ser que algo vaya mal? Y no haces nada; estás en realidad deteniendo todo «el hacer». Estás parando el pensar, el sentir, el hacer; una parada en todas tus acciones. Sólo la consciencia permanece, pero esa no es tu acción, eres tú. Una vez has probado tu ser, todo el miedo desaparece, y la vida se convierte en una dimensión totalmente nueva, no más mundana, no más ordinaria. Por primera vez, ves lo sagrado y lo divino, no solamente en ti, sino en todo lo que existe. Todo se vuelve misterioso y vivir en este misterio es la única manera de vivir en éxtasis; vivir en este misterio es vivir bajo una lluvia de bendiciones. Cada momento trae más y más y más penetrantes y profundas bendiciones para ti, no porque las merezcas, sino porque la vida las da desde su abundancia; está cargada, las comparte con cualquiera que sea receptivo. Pero no te hagas a la idea de que la meditación es como la muerte, porque la muerte no tiene buenas asociaciones en tu mente. Eso te impedirá experimentar la consciencia. «Es como la muerte». De hecho es una muerte real. La muerte ordinaria no es una muerte real porque te juntarás de nuevo a otra estructura, a otro cuerpo. El meditador muere a lo grande; nunca más vuelve a ser prisionero de un cuerpo.

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margarita surnaite