
Luego de transcurrir el día, la noche traería su pesadez peculiar, se haría patente el agonizante trasnocho del medio día, así mientras veía a través de los espejos resquebrajados por la lluvia, me dispuse a rozar mi alma con mis dedos, sosteniendo mi rostro, escrute vagamente, mis poros sobresalientes, las notables fisuras de mis labios, el tenue desvanecimiento del carmesí, en mi nariz pronunciada, que encajaba con mi rostro adolecido sin razones, surgiendo la incertidumbre de una una mirada sin sentido, la vislumbraba en mis pupilas, al igual que la formación de mis pestañas era inconstante, pero predecible su fijación al declive, las cejas se dilataban con una oscuridad siniestra que se filtraba en la mirada, empero la formación de mi cara no daba para una suposición acertada, la inocencia, tenia garras de desconfianza, y cuerpo de terror, su sonrisa afloraba como un signo de temor en medio del erial del suspenso, para ceder a la afabilidad que surcaba los ojos de algún expectante que me viese, una palabra se diluía mientras el sabor de inquietud me intoxicaba, bombardeada por trece mil ideas deseche la posibilidad, deje la acción y ahora continuo en lo de siempre o casi siempre.
Recuerdos se revelaron en mi mente... me encantó
ResponderEliminarRECUERDOS QUE NOS ENVUELVEN...
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